BADINTER, Elisabeth, L'un est l'autre. Des relations entre hommes et femmes, París, Ed. Odile Jacob, 1986.
Graciela Vidiella
La autora estudia las relaciones entabladas entre hombres y mujeres desde épocas prehistóricas hasta nuestros días, poniendo especial atención en analizar el origen y desarrollo del sistema de poder de un sexo sobre el otro. El libro se divide en tres partes; la primera, "El uno y el otro", abarca el largo período que se extiende desde el paleolítico hasta la época inmediatamente anterior a la era cristiana. Valiéndose de ciertas tesis proporcionadas por la antropología, la historia de las religiones, y de la interpretación de testimonios culturales, Badinter contradice la tesis actualmente más aceptada según la cual el origen de la humanidad se establece con la familia y con el dominio ejercido por el sexo masculino. Por el contrario, Badinter sostiene, aunque con la cautela necesaria, por tratarse en su mayor parte de épocas de las que no quedan vestigios, que el género humano vivió un largo período de aproximadamente treinta mil años, signado por la armonía y la complementariedad entre los sexos, donde no hubo ni matriarcado ni patriarcado (y, aún en el caso de haber existido éste, no conformaba la estructura opresiva que adquirió más tarde). Desde el paleolítico hasta la edad de hierro, a pesar de la estricta división de tareas según los sexos, no parecen existir .razones fundadas para suponer que un sexo sojuzgaba al otro. Este estado de cosas comienza a cambiar con el advenimiento y expansión del patriarcado, verdadera revolución ideológica basada en una concepción jerárquica: el hombre, como mejor representante de la creación y de su creador, gobierna al mundo y a la mujer. La estructura patriarcal, ostensible ya en la Atenas de Pericles y que comienza su declinación después de la Revolución Francesa, es analizada en la segunda parte del libro: "El uno son el otro". Sus inicios más notorios están conectados con una revolución religiosa. En menos de un milenio son entronizados con poderes absolutos los dioses padres Brahama, Yavhe, Zeus. La figura femenina va adquiriendo un carácter subalterno y pasivo, y en muchos casos ligado al mal. La separación de los sexos ya no está fundada en el respeto mutuo y en la complementariedad de las tareas, sino en la desvalorización y en la opresión que ocultan, en realidad, el miedo al otro. Sin embargo, el sistema jerárquico y de exclusión que implica el patriarcado comienza a declinar a medida que van extendiéndose en Occidente las ideas de la Revolución Francesa. Los valores de la democracia fueron fatales al rey, al Dios-padre y al padre-Dios, y si bien es verdad que los hombres, en sus luchas por conquistar la igualdad y la libertad han excluido a las mujeres, éstas, en la segunda mitad del siglo XX, comienzan a pugnar por la auténtica universalización de estos valores. La tercera parte, "El uno es el otro", está dedicada a analizar las consecuencias y posibilidades de la muerte del patriarcado. La autora señala que nuestro siglo parece inaugurar una especie de mutación en los que hasta ahora fueron considerados rasgos esenciales de la humanidad. Sostiene que las sociedades actuales más desarrolladas privilegian la semejanza entre los sexos como ninguna sociedad del pasado lo ha hecho, minimizando al máximo las diferencias al permitir compartir los roles y las responsabilidades sociales y a partir de la toma de conciencia de la bisexualidad, tanto física como psíquica, inherente al ser humano. Las mujeres contemporáneas han hecho nacer un tipo de relación entre los sexos sin precedentes en la historia; están muriendo las esferas masculinas y femeninas y se abre el espacio hacia lo uniforme. Esto implica, como resulta obvio, una profunda revolución cultural. Resta aguardar la respuesta que a estos cambios produzcan los hombres quienes, hasta el momento, se muestran más bien atónitos.