ARDESI DE TARANTUVIEZ, Beatriz, La mujer en la antigüedad clásica, Mendoza, Universidad Nacional de Cuyo, Facultad de Filosofía y Letras, 1992, 145 pp.
Patricia Mabel Saconi
El libro está organizado en diez capítulos, seis de los cuales (cap. II a VIII) presentan el material de acuerdo con los diferentes períodos de la historia y la literatura griegas, el último de ellos (cap. IX) está dedicado a las mujeres romanas en general. Enmarcan el trabajo una Introducción (cap. I) y la Conclusión final (cap. X). Cada capítulo, incluso la exposición de la bibliografía, es precedido por la reproducción de una imagen -escultura, pintura de vasos, retrato- relacionada con el contenido del mismo.
A través de las citas de los autores mencionados en la Introducción, V. Woolf, L. Calvera, E. Sulierot, H. Ruitenbeek, E. Erikson, S. Pomeroy, se establece el marco conceptual para el desarrollo de la obra: luego de postular con el apoyo de las citas bibliográficas el rol secundario desempeñado por las mujeres en la antigüedad y la existencia de un “pensamiento femenino” cierra con una cita de Octavio Paz acerca de la posibilidad de “concebir a la sociedad como una asociación de oposiciones complementarias” donde “del juego de lo masculino y de lo femenino podría surgir una nueva cultura”. Aunque la autora considera poco serio “hacer un alegato en defensa de las mujeres” el objetivo del trabajo, “acercamos a la mujer de Grecia y Roma antiguas”, parece complementarse con esta cita final que dejaría implícita la necesidad de ampliar y profundizar, para la conformación de una sociedad mejor, el conocimiento sobre una de las “oposiciones complementarias”, “lo femenino”, desde sus orígenes en la Antigüedad grecolatina.
Queda planteada en la Introducción la necesidad de trabajar sobre testimonios no literarios de la vida en la Antigüedad, como las esculturas, bajorrelieves, pinturas en cerámica, retratos, y otros utensilios, para completar los datos aportados por la literatura y la historia en análisis demográficos cuyos resultados son relativamente confiables.
El punto de partida del trabajo implica sintéticamente la reconstrucción del rol femenino desde el testimonio literario de los poemas homéricos donde, si bien las mujeres no tienen poder político ni libertad sexual, el comportamiento de los personajes refleja la existencia de una estructura social donde la mujer tenía una jerarquía mayor que en los tiempos postedores.
La autora presenta a Hesíodo como autor representativo de la época arcaica y complementa la caracterización hesiódica con la cita de Semónides de Amorgos. De esta manera el panorama del pensamiento sobre la mujer no contempla la totalidad de los testimonios literarios relevantes ya que se deja de lado el análisis de la producción de poetas arcaicos entre los que podría mencionarse, entre otros, a Anacreonte e Hiponax, que alaban la belleza de las jóvenes, a Arquíloco, que califica el llanto de un varón como algo “mujeril”, a Mimnermo y Tirteo, quienes plantean respectivamente la igualdad de varones y mujeres frente a los efectos de la vejez y la muerte.
La autora dedica un capítulo aparte (cap. IV) a Safo -aclarando que también pertenece al grupo de poetas líricos arcaicos-. Describe la actividad, social y literaria, desarrollada por la poetisa e interpreta acerca de qué tipo de sociedad permitió que emergiera una figura femenina tal, capaz de expresar libremente el contenido de su mundo interior, y de preservar su obra.
Las características de la mujer espartana son explicadas a partir de los comentarios de Aristóteles y Plutarco. Es acertado el hecho de incluir directamente los textos que denotan la crítica masculina a dichas características para confirmar que ya estaba presente en los autores antiguos. Seguidamente la autora presenta el material sobre la situación de la mujer en Atenas. Allí, la interpretación constituye un problema planteado por el origen diverso de las fuentes -citas de comedias y tragedias, producción filosófica, discursos retóricos- que permiten enfocar la cuestión del rol femenino desde la perspectiva literaria, jurídica y social. La interpretación se torna compleja ya que numerosos estudiosos contemporáneos, cuyos textos se incluyen, han sacado, sobre los mismos hechos, conclusiones semejantes, contradictorias u opuestas según la ideología de cada uno.
La nueva conformación del mundo durante la época helenística modifica radicalmente la situación de la mujer, delineada en el capítulo dedicado al período: se incluyen las citas de la producción literaria de mujeres destacadas y se describe la actividad femenina, determinante en el ámbito político y filosófico, al tiempo que se señalan los matices en las diferentes regiones de la Grecia helenística.
La autora presenta el tema de la homosexualidad en Grecia, fenómeno de real importancia que condiciona la relación entre los sexos. Señala la existencia del homoerotismo masculino -principalmente en los pueblos guerreros-, considerado como una tendencia positiva, frente a la prostitución homosexual, censurada social y, en ciertas épocas, jurídicamente. También se incluyen las opiniones de los defensores del amor heterosexual y mixto. La segunda parte del capítulo “La mujer y el amor griego” se ocupa de la figura de Diotima y sus consideraciones acerca del amor y la inmortalidad aunque queda indicada la imposibilidad de describir la posición femenina respecto de la homosexualidad masculina.
En el último capítulo, más extenso que los otros, está planteada la situación de la mujer romana desde la ley de las XII Tablas en adelante. Se analiza detenidamente la figura del tutor y el papel que desempeña en los diferentes momentos de la Roma antigua. La autora -luego de exponer las posibilidades de unión legal de las parejas- explica el mecanismo que coartaba el desempeño de la mujer libre, a pesar de ser poseedora de su dote, de propiedades y dinero y de tener los mismos derechos que el padre respecto de los hijos. En párrafo aparte, presenta las alternativas de divorcio y el margen de libertad que tenían las mujeres para solicitarlo. Asimismo, se describe y ejemplifica el alcance de la actividad femenina en el plano intelectual, artístico y político de Roma. Los testimonios surgen de los discursos retóricos, las inscripciones fúnebres y los comentarios de la época, tanto a favor corno en contra de la relativa libertad de la mujer romana.
El rol de la mujer esclava en Roma obedece a las características de ese particular sistema esclavista cuyas líneas generales quedan trazadas también en el último capítulo. La autora describe las labores que desarrollaban las mujeres de ese grupo, el tipo de matrimonios que existía para los esclavos en general y la situación de los hijos, la relación con los amos, y finalmente, ofrece algunas consideraciones sobre las mujeres libres de familia: pobres.
La conclusión expone -tal vez demasiado brevemente- las constantes esenciales respecto de la condición femenina, presentadas en los capítulos anteriores. Se enfatiza la sujeción de la mujer al varón, siempre controlada -en mayor o en menor grado según las épocas y los lugares- por todo tipo de convenciones sociales y con fines determinados.
Beatriz Ardesi de Tantuviez se presenta a través de esta obra -primer libro de autora argentina que expone una investigación sobre el tema- comprometida con el problema de la condición femenina desde su área específica, la investigación histórica. El libro resulta valioso por la diversidad de citas de autores clásicos, de los que hubiese sido interesante incluir, los textos originales para el lector bilingüe, y de estudiosos contemporáneos en las que se apoya la autora. Si bien en los últimos años se ha incrementado la bibliografía, que excede ya aquella que funciona como marco conceptual de la obra, tanto las citas bibliográficas como el desarrollo realizado a partir de las mismas dejan presentados varios temas como punto de partida para otras posibles investigaciones.